Fuente: Experimentos que se comen |
Ayer hice un descubrimiento estupendo: tomé helado de cerezas sin haber preparado nada.
Resulta que había comprado unas cerezas para el postre y como no estaban frescas, pensé en ponerlas en el congelador para que les bajara un poco la temperatura. Pero a la hora del postre se me olvidaron. Cuando me acordé, a la hora de la merienda, fui a por ellas. Estaban congeladas, duras como una piedra...pero tan fresquitas que me las fui comiendo a mordiscos. Y así descubrí el estupendo sabor a helado de cerezas.
¡Qué gusto sentir tanto frescor en la boca!
Recomiendo que las cerezas estén bastante maduras, porque el frío hace que se sienta menos el dulzor.