En los laboratorios de los centros escolares está prohibido comer o beber, para evitar problemas posteriores debido a la posible contaminación de las bebidas o comidas que se preparen o se lleven. ¿Qué hacer entonces? ¡Pues nos vamos al laboratorio de nuestra casa, a la cocina! Allí los reactivos se llaman pasta, alcachofas, tomates, leche, miel, patatas, melocotones y muchos otros sabrosos nombres; los aparatos son horno, frigorífico, batidora; las medidas son muchas veces a ojo, y... los experimentos, al final, ¡se pueden comer!
¡Qué aproveche!
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